Una breve aproximación preplatónica a la obra nietzscheana

Las opiniones de los filósofos se hallan, a menudo, carnalmente adheridas al establecimiento de la permanencia como el arquetipo de lo que ha de considerarse el predicado de una realidad auténtica; fundamentalmente, absoluta. Es, por consiguiente, común la regularidad de tal convención clásica, cuya base está subordinada a la especulación del ser parmenídeo, que emprendió el escolarca eleático como corolario del juicio axiomático de identidad a través del verso homérico. Se dice, pues, que le adscribió a la razón un rigor apabullante y que ella sería capaz de intuir con distintiva exactitud lo que la mera experiencia indistinguiría, a saber: el tránsito impensable del ser al no ser, que, según él, estaría inscrito en la inquietud: una opinión indecible e impracticable. “Parménides.—Si [lo uno] está en movimiento, es preciso que sea trasportado ó alterado; porque no hay otra clase de movimiento. […] Si lo uno es alterado en su naturaleza, es imposible que continúe siendo uno. [...